Hoy quiero hablarte de la Quinta de Vista Alegre, un tesoro patrimonial situado en Carabanchel y que la Comunidad de Madrid se empeña en que no podamos disfrutar. Hagamos un poco de historia. Los Carabancheles era Realengos, bajo la jurisdicción de Madrid, con tierras comunes a disposición de su población; prados, cañadas, arroyos y barrancos. Desde comienzos del siglo XIX en toda esta zona, muy abundante en agua se empezaron a construir quintas de recreo, primero por parte de la nobleza y posteriormente por la burguesía también.
En el año 1833 compró una finca la Reina María Cristina, la Quinta de la que queremos hablarte, y levantó la tapia que la circunda. Inició la construcción del llamado Palacio Nuevo o de verano, una ría navegable y los jardines. La finca tenía cuatro puertas, una de ellas de hierro, la llamada Puerta Bonita y el resto eran de madera. Existía una gran huerta y abundantes árboles frutales, dos olivares, cuatro fanegas de parras, naranjos, columpios, laberintos, una cascada en la ría navegable y un gran lago, en fin, todos los elementos de la época para una gran villa de recreo.
Había cuatro fuentes, una de ellas de mármol con figuras de conchas, caballos y galápagos. Dos invernaderos, edificios ornamentales, un palomar, recintos acondicionados con pavos reales y espacios dedicados a criar gusanos de seda.
En el año 1847 la Reina María Cristina cedió la propiedad a sus hijas, Isabel II y la Infanta María Luisa Fernanda, para que el Patrimonio Real sufragara los gastos. Unos años después, en 1858 la finca se pone en venta, las arcas de la Corona no eran capaces de soportar el coste del mantenimiento.
El Marqués de Salamanca compra la finca, y continúa embelleciendo el espacio, mejora aún más los jardines. Comienza a construir un nuevo palacio. Se lo encarga a Narciso Pascual Colomer, que ya había construido para el Marqués el gran palacio marqués de Salamanca, inaugurado ese mismo año. Colomer era el arquitecto de moda y el arquitecto de la mismísima reina Isabel II.
López Aguado se encargó de la disposición del edificio, de planta rectangular simétrica, organizado alrededor de tres patios, y la fachada. Destacan sobremanera las seis columnas de granito que aún se pueden ver y que proceden de la galería diseñada por Isidro González Velázquez, el Arquitecto Mayor de Palacio en la época de Fernando VII, que rodeaba la Plaza de Oriente, una obra monumental que nunca llegó a terminarse debido a innumerables problemas económicos y que finalmente fue derribada.
El declive de la Quinta comenzó en el año 1883, tras el fallecimiento del marqués de Salamanca. Sus herederos vendieron Vista Alegre al Estado. Las 44 hectáreas de terreno, otrora llenas de vida y esplendor, se quedaron vacías, extensos jardines, huertas, riachuelos sin agua, esculturas solitarias y un par de palacios, fueron sufriendo un continuo deterioro.
Es increíble que a pesar de que el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1.997 cataloga la Quinta de Vista Alegre como “Jardín Histórico”, junto con la Casa de Campo, el Parque del Retiro, el Parque del Oeste, la Quinta de la Fuente del Berro, el Parque del Capricho de la Alameda de Osuna, la Quinta de los Molinos, los Jardines del Campo del Moro y el Jardín Botánico, Vista Alegre siga en el actual estado de abandono y sin que sea posible su visita.
Os dejamos un pequeño texto de Bellas Artes de la Complutense en el que lamentan el abandono y documentan la desidia de nuestros gobernantes.
Un abrazo con el deseo de que la Quinta de Vista Alegres se ponga en valor y podamos disfrutarla.
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