Sí hay una tradición fuertemente arraigada en España para despedir el año es la de tomarnos 12 uvas al son de las 12 campanadas que dan entrada al nuevo año. En Madrid esta celebración dio el salto a la calle hace ya muchos años y es muy popular celebrar el comienzo del nuevo año en la Puerta del Sol. Hoy 30 de diciembre a las 11 de la mañana se hace una prueba del funcionamiento del reloj y son ya cientos de personas las que se congregan en la plaza; esta noche se ha convertido ya en tradicional acudir a Sol para celebrar las “preuvas”, despedir el año un día antes; pero se recomienda no tomar uvas o, en todo caso, sólo uvas pasas. Las uvas de verdad se dejan para mañana, son las uvas de la suerte para el nuevo año.
Pero ¿cómo se instaló la tradición?
La explicación más común nos lleva al año 1909. Parece que ese año hubo un gran excedente de uva en Alicante y los agricultores consiguieron dar salida a la producción convirtiéndolas en las uvas de la suerte del nuevo año.
Aunque la realidad es un poco distinta, esta tradición tan española la importamos de Francia, donde era costumbre entre las clases altas tomar uvas y brindar con champán; la tradición fue imitada por la aristocracia española que veraneaba en Biarritz y que lo vio como un elemento de estatus y gusto sofisticado.
La prensa contribuyó de forma muy importante a la difusión de la tradición. Hace casi 122 años, el día 2 de enero de 1894, en el periódico El Siglo Futuro se incluyó un artículo del día 1 de enero del diario matutino El Imparcial titulado “Las uvas bienhechoras”, donde se da cuenta de la costumbre “importada de Francia, pero ha adquirido entre nosotros carta de naturaleza”. También en El Correo Militar se leía: “La imperecedera costumbre de comer las uvas al oír sonar la primera campanada de las doce, tenía reunidas en fraternal coloquio á infinidad de familias, y todos á coro gritaron: ¡Un año más!”.
En la Nochevieja de 1895 tenemos referencias documentadas de como dijo adiós al año el Presidente del Consejo de Ministros, Práxedes Mateo Sagasta, tomando uvas y champán: “En la hermosa residencia particular del Ilustre presidente del Consejo de ministros se reunieron anoche casi todos sus compañeros de gabinete y algunos otros distinguidos personajes. A las doce en punto de la noche saludaron los ministros la entrada del nuevo año comiendo ricas uvas y bebiendo champagne…”
Así lo recogió el 1 de enero de 1896 La Correspondencia de España: diario universal de noticias. Ese 1895 se le debió hacer largo a Mateo Sagasta desde que en febrero se declarara la guerra de independencia en Cuba.
Vemos que a finales del XIX la tradición se iba consolidando. Lo de ir a celebrarlas a la Puerta del Sol también se comenzó a gestar en ese momento.
Previamente había otra tradición que se celebraba el 5 de enero: los madrileños portaban una larga escalera y buscaban a algún recién llegado a la ciudad, en esa época era continua la llegada de gallegos y asturianos, y le hacían creer que había que salir a esperar a los Reyes Magos y conseguir alguno de los regalos que dejaban en los balcones. Esa situación se aprovechaba para hacer una gran fiesta en la ciudad donde prácticamente todo estaba permitido. Ese día se había convertido ya en uno de los más festivos y ruidosos de los que se celebraban en Madrid.
Hasta que, en diciembre del año 1882, el alcalde José Abascal Carredano, nacido en Pontones (Cantabria), publicó un bando en el que se prohibía beber en las calles y organizar ruidos la noche del 5 de enero bajo multa de cinco pesetas. Una cantidad muy elevada para la época. No se sabe si lo hizo porque había que recaudar para la exhausta caja del ayuntamiento o dolido porque los madrileños se burlaran de inmigrantes como él. El caso es que se publicó el bando y no fue muy bien recibido.
Algunos madrileños decidieron satirizar a esas clases pudientes que celebraban lujosamente la Nochevieja en sus casas y que impedían a las clases populares celebrar sus fiestas. Tomaron la calle en otra fecha señalada, la Nochevieja, y fueron a burlarse de quienes la celebraban así ante la sede del Ministerio de la Gobernación: tomando doce uvas al compás de las doce campanadas del reloj de la Puerta del Sol.
Desde entonces la publicidad ha ido reforzando la “tradición”: así, las Uvas de la Suerte, o las Uvas Milagrosas o las Uvas de la Fortuna nos acompañan para despedir el año. Cuando el 31 de diciembre de 1962 Televisión Española comenzó a transmitir las 12 campanadas desde la Puerta del Sol, convirtió el evento en una fiesta multitudinaria. Mañana habrá 25.000 personas diciendo adiós al 2015 en la plaza.
Las ganas de aumentar los días de fiesta nos han llevado a que celebremos el 31 de diciembre la despedida del año “oficial” y a que hoy, 30 de diciembre, celebremos las preuvas en Sol, un entrenamiento para la gran fiesta de mañana.
Un abrazo y felices preuvas.
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