José de Salamanca y Mayol fue un personaje muy peculiar, banquero, político, mecenas y empresario de negocios de toda índole, desde los inmobiliarios al ferrocarril. Nuestro personaje encargó el proyecto de su palacio al Arquitecto Mayor de Palacio de la época, Narciso Pascual y Colomer, en el año 1846, tras una buena rachas de sus negocios. El mismo arquitecto diseñó tanto el palacio como el jardín.
El Palacio se levantó en los terrenos del desaparecido convento de Agustinos Recoletos (de donde le viene el nombre al paseo) en lo que actualmente es el Paseo de Recoletos número 10. A mediados del siglo XIX fue considerado “el más rico y moderno palacio de Madrid”, diseñado por Pascual y Colomer dentro de un clasicismo italianizante, constaba de un cuerpo único (el central actual) trazado en torno a un patio cuadrado, con columnas toscanas en el piso inferior y arcos entre pilastras jónicas en el superior, al que se accede por una magnífica escalera imperial decorada con hornacinas entre pilastras y frescos.
El jardín, aunque ha perdido buena parte de su esplendor, conserva todavía una fuente de mármol de Carrara de gran calidad frente a la puerta principal, aunque perdió la famosa estufa fría comprada en Londres -hoy desaparecida-, que el Ayuntamiento adquirió para la Rosaleda del Retiro a principios de siglo, cuando el Banco Hipotecario compró el palacio para instalar en él su sede. Sin embargo se conservan dos recoletas fuentes, realizadas en granito y mármol: la Fuente del Amorcillo y la Fuente del Fauno, también procedentes del Jardín del antiguo Palacio del Marqués de Salamanca y que podemos ver en la Rosaleda de Cecilio Rodríguez del Retiro.
En la actualidad es sede de la Fundación BBVA y ofrece un amplio programa cultural. También alberga diversas esculturas que por desgracia sólo podemos ver desde la reja que rodea lo que se ha conservado del jardín original.
Un abrazo.
Trabajé en ese edificio cuando era Banco Hipotecario. Un lujo, entrar todas las mañanas por esa puerta y ver la magnífica escalinata, el impresionante patio central y los espléndidos salones. Creo que era la única en ir a trabajar en bici, jajaja
Lo malo es que lo aprecias mucho más cuando lo pierdes, … nos mandaron a un edificio de La Vaguada, nada que ver.
Gracias por el comentario Paloma. Me imagino que sería una gozada y ciertamente es una suerte para todas las personas que trabajan en esos edificios históricos. Trabajar en un lugar con tanto valor y recuerdos pasados. Además es una excelente forma de conservar nuestro rico patrimonio cultural. Un abrazo.