El Palacio que desde 1983 es sede del Defensor del Pueblo, se conoce como Palacio Bermejillo. Levantado entre 1913 y 1916, en el madrileño Paseo del Cisne, hoy calle de Eduardo Dato número 31. La historia contaba que fue el arquitecto santanderino Eladio Laredo el autor del palacete. Obra que se considera una obra maestra del estilo neoplateresco, fruto de la corriente nacionalista que caracterizó la arquitectura de primeros del siglo XX en España y que tantos ejemplos nos brinda en Madrid.
Esa mirada a un pasado más memorable de España y que pretendía recuperar el esplendor perdido tras la definitiva finalización del imperio español, la perdida de Cuba y Filipinas.
Comienza el proyecto del Palacio Bermejillo en marzo de 1912, cuando don Javier Bermejillo del Rey, Marqués de Bermejillo, adquiere una finca en el Paseo del Cisne. El edificio que, a lo largo de su casi un siglo de historia, ha sido residencia familiar, Embajada de Checoslovaquia, refugio de nacionales durante la Guerra Civil, casa-museo y sede de organismos oficiales, alberga a la institución del Defensor del Pueblo.
Quizás sea además un caso donde tendría que intervenir el propio defensor del pueblo, me explico, decíamos que contaba la historia que el arquitecto fue Eladio Laredo, pero parece que no fue así.
Joaquín Medina Warmburg, en 2005, investigaba sobre arquitectos alemanes en España para su tesis. Buscando en la bibliografía y en las hemerotecas germanas, dio con una foto del Palacio Bermejillo en la portada de la revista Deutsche Bauzeitung de 1924.
En la revista, el arquitecto Franz Rank, el verdadero creador del Palacio Bermejillo, explicaba cómo la marquesa,doña Julia Schmidtlein y García Teruel, (nacida en México) quería una casa palacio al estilo neorrenacentista español. Y así se hizo, por deseo de una mexicana y por obra de un alemán, uno de los mejores ejemplos de la que se conocería como arquitectura nacionalista y que tan criticada fue por la vanguardia en la época.
El resultado lo podemos disfrutar hoy, aún después de las sucesivas reformas: galerías, torres, rejerías, escudos y gárgolas, un edificio hiperdecorado, superlativo.
Ya sabemos que en aquella época los arquitectos extranjeros no tenían fácil firmar un proyecto en España, otros tenían que firmar sus obras.Así parece que ocurrió, Laredo se limitó a dirigir la obra del palacio junto a Benito Guitart.
Nos encandila este lugar al pasar por él y esperamos que ahora nos fijemos un poco más en él después de conocer un poco más su historia.
Un abrazo.
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