El Real Monasterio de la Encarnación es un convento de monjas agustinas recoletas. La institución, a la que pertenecieron damas de la alta nobleza, fue fundada por la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, a comienzos del siglo XVII. Debido a las colecciones artísticas que alberga es, junto con las Descalzas Reales, uno de los templos más destacados de Madrid.
La obra le fue encargada al arquitecto fray Alberto de la Madre de Dios, la obra se realizó entre los años 1611 y 1616. La fachada, responde a un modelo de inspiración herreriana, sobria, de gran austeridad. Creó escuela y fue imitada por otros templos españoles. En la iglesia se conservan varios relicarios, de uno de ellos se dice que contiene la sangre de San Pantaleón; y (según la tradición) se licua todos los años el día del santo, el 27 de julio (aún siguen teniendo su atractivo las reliquias). El museo depende del Patrimonio Nacional y se puede visitar.
La impulsora de la creación del monasterio fue la reina Margarita, razón por la cual el monasterio era conocido entre los madrileños como las Margaritas. La historia cuenta que el motivo de la construcción fue perpetuar el recuerdo y la conmemoración de un hecho histórico: la ordenanza hecha por el rey Felipe III, de la expulsión de los moriscos que aún quedaban en Madrid.
El edificio se construyó en el lugar que ocuparon las casas de los marqueses de Pozas, a quienes el rey se las compró, debido a su cercanía al Real Alcázar, ya que así los reyes podían entrar directamente a la iglesia mediante un pasadizo existente.
Este pasadizo fue construido por deseo de la reina para no causar molestias, ya que visitaba frecuentemente el monasterio (ese pasadizo dio lugar a innumerables habladurías y rumores sobre las frecuentes visitas de distintos Reyes a las novicias del convento a lo largo de nuestra historia).
El rey en persona colocó la primera piedra del edificio, acto que se hizo con gran solemnidad y boato. Meses más tarde, el 3 de octubre de 1611, murió la reina sin haber visto terminada esta obra.
El 2 de julio de 1616, día de la Visitación, fue inaugurado el monasterio y su iglesia con una gran fiesta que se prolongo durante días.
Antes de que le llegara la muerte, la reina Margarita se había encargado de escribir cartas con peticiones para el convento, llegaron de diversos puntos de España y del extranjero grandes y suntuosos regalos y donativos. La reina hizo un regalo insólito, cuyo significado aún es un misterio: la cama donde había nacido su hijo, el futuro rey Felipe IV.
Durante los siglos XVIII y XIX continúa la historia del monasterio, se sabe que Manuel Godoy, valido de Carlos IV, acudía todos los días a la misa de la iglesia del monasterio dando un paseo desde su residencia, el palacio de Floridablanca (actual Ministerio de Marina). Cuando José Bonaparte residió en Madrid en calidad de rey, apareció un día en la verja del monasterio un gato ahorcado con un escrito:
«Si no lías pronto el hato, / te verás como este gato». Una muestra del espirítu contestatario de los habitantes de Madrid.
En el XVIII se reformó el interior de la iglesia por Ventura Rodríguez, quien se encargó de su decoración, junto con otros pintores y escultores neoclásicos. Nuevos retablos y varios lienzos importantes que aún hoy son admirados.
La parte arquitectónica está labrada en jaspes, mármoles y bronces dorados. A lo largo de toda la nave pueden verse una serie de lienzos con el tema de la vida de San Agustín, que se complementan con los frescos de la bóveda de la capilla mayor, obra de Francisco Bayeu.
En el centro del retablo mayor puede verse el cuadro de La Anunciación de Vicente Carducho, enmarcado por sendos pares de columnas corintias, y a ambos lados las imágenes de San Agustín y su madre Santa Mónica, del estilo de Gregorio Fernández.
Existe una importante colección de pintura y escultura destacando las obras de Lucas Jordán, Juan van der Hamen, Pedro de Mena, José de Mora (Dolorosa), y Gregorio Fernández (Cristo Yacente y Cristo atado a la columna).
El tabernáculo es una obra maestra de Ventura Rodríguez. Las pequeñas estatuas de los Santos Doctores que lo adornan son obra de Isidro Carnicero.
En el siglo XIX el religioso y compositor madrileño Lorenzo Román Nielfa fue profesor de música en el convento, dejando a su muerte como legado para la Encarnación su biblioteca musical, que contiene obras de maestros de los siglos XVI y XVII.
El monasterio fue abierto al público en 1965. En la década de 1960 se instaló en la plaza exterior de la iglesia una estatua de Lope de Vega, obra de Mateo Inurria.
Un lugar muy interesante, al lado del Palacio Real y en el que entran muchos menos visitantes de los que merece, en parte por su aspecto adusto, que lo hace menos atractivo de lo que es en realidad.
Un abrazo.
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