Centenario de Miguel Delibes

Miguel Delibes, amigo de las bicicletas

Delibes

Fundación Miguel Delibes, Valladolid

Hoy sábado, Don Miguel Delibes Setién cumpliría nada menos que 100 años. Pero hace 10 años desde que Miguel Delibes se marchó.
Sabemos que Delibes era un gran aficionado a la bicicleta, él mismo nos lo contó en un breve y delicioso libro que se titula “Mi Querida Bicicleta”
Mi querida bicicleta es el tercer capítulo de Mi vida al aire libre, libro de memorias que Destino publicó en 1988. En esa época también lo editó por separado, como librito la editorial Miñón. Yo tengo una edición posterior de 2014, de La Biciteca, una genialidad más de nuestro amigo Manu que sigue disfrutando de su aventura americana. En esta edición las ilustraciones son de Luis de Horna otro amante de las bicis. Una delicia.
Delibes nos cuenta, con su estilo cercano, claro y divertido, su relación con el ciclismo. La bici formó parte de su infancia y del resto de su vida. En el libro aparecen personajes como Trueba, la Pulga de Torrelavega, al que tan bien conocimos gracias a Marcos Pereda en “Una Pulga en la montaña”.
Para Delibes la bicicleta fue primero un divertimento, un deporte y como él mismo nos dejó escrito: “A partir de los dieciocho años la bicicleta dejó de ser para mí un deporte y se convirtió en un medio de locomoción”.
Ya con 21 años, la bicicleta le permitió ir desde su lugar de veraneo familiar en Molledo-Portolín (Santander), hasta Sedano (Burgos), dónde veraneaba su novia Ángeles. 100 kilómetros con subidas importantes como la Hoz de Reinosa. Una elección, la de ir en bicicleta, motivada por las dificultades de transporte de la época y la escasez de recursos económicos.

Hoy forman parte de la Clásica MAX que rememora ese primer viaje en bicicleta de Delibes entre Molledo y Sedano y que llev

Delibes de niño

Fundación Miguel Delibes, Valladolid

a ya diez ediciones. Sí quieres saber más de esta historia y la Clásica MAX, no dejes de ver el documental “Aupa, Delibes”. Búscalo en YouTube; un cortometraje realizado por Ignacio Navarro, Antón Rodríguez, Clara Serena y Daniel Rivas, con la participación de Ruth Gabriel y de Guillermo Rivas. La película se estrenó en la 60º edición de la Seminci de Valladolid.
Y una curiosidad más, ese MAX fue la firma de Delibes. Cuando conoció al amor de su vida, Ángeles de Castro, empezó a firmar sus primeras obras con el acrónimo MAX. Una simple y romántica ecuación donde M era Miguel, A era Ángeles y X era la incógnita que el futuro podía depararles. La bici también les unió, en su pedida de mano, Ángeles le regaló a Miguel una máquina de escribir, él a ella un bicicleta Velox amarilla. Se las llevaron a su luna de miel, que fue en Molledo; eran otros tiempos y pasaron los días disfrutando de la bicicleta, además de las actividades propias de los recién casados.

Este 2020 además está siendo el año Delibes. Muy recomendable la visita a la exposición sobre el escritor en la Biblioteca Nacional de Madrid que está abierta hasta el 15 de noviembre. Allí podrás conocer muchas más curiosidades del autor. De su abuelo francés que vino a construir el ferrocarril a Molledo y se quedó. Siempre se ha insistido mucho en la importancia de la educación a la francesa en la familia Delibes. Seguro que esto también influyó en el amor por las bPadre de Delibesicis.

Veo al padre de Miguel, Adolfo Delibes en una foto junto al intelectual Narciso Alonso Cortés y otros ciclistas vallisoletanos y me queda claro que ese padre que enseñó a montar en bici a Delibes, un día de verano mientras leía El Quijote, era un gran aficionado a la bicicleta. Ambos colaboraron en el periódico quincenal Valladolid ciclista e impulsaron las dos sociedades ciclistas de la ciudad, organizaron cabalgatas, carreras en el Campo Grande, pelearon la construcción de un velódromo…

Junto con ellos, los Gómez Sigler, fundadores del Café de El Norte donde también se situó la Unión Velocipédica Española, «la primera gran sociedad ciclista de este país que llegó a Valladolid de la mano de Narciso Alonso Cortés».

Probablemente este ambiente permitió que Valladolid fuera el final de la primera etapa de la Primera Vuelta a España, Madrid-Valladolid, en 1935.

Esas primeras vueltas que nos dio a conocer, de forma magnífica, Juanfran de la Cruz en su libro “Gustaaf Deloor de la Vuelta a la luna”.
Ángel María de Pablos, la voz que nos narró el ciclismo de los ochenta, periodista que trabajó junto a Delibes en El Norte de Casti

lla, recuerda sus conversaciones con el que fue director del diario. «Cuando volvía de una gran carrera como el Tour o el Giro o la Vuelta me llamaba a su despacho, me sentaba en el sofá de las vi

sitas y me decía: ahora cuéntame todo lo que no has podido contar en la televisión y ha ocurrido en los hoteles. Yo le contaba algunas cosillas y él disfrutaba enormemente». Y añade: «Yo creo que su libro y esto es una suposición mía, Mi pequeña bicicleta parte de aquellas conversaciones.» Ángel María de Pablos habla en detalle de esa relación del ciclismo y Valladolid en su libro ‘110 años de ciclismo en Valladolid’.

De mi visita a la Biblioteca Nacional me traje un librito, aún más pequeño, que se llama Delibes en bicicleta, escrito por Jesús Marchamalo con ilustraciones de Antonio Santos y que profundiza en ese amor de Delibes por las bicis.Mi querida bicicleta

Y una cosa más, ganas de seguir leyendo a Delibes, que aún me faltan muchas de sus obras. Especialmente sus libros de viajes.

Hoy seguimos echando de menos ese Delibes comprometido con la naturaleza, pilar del despertar de la conciencia ecológica de nuestro país. Su humanismo, su defensa del saber tradicional, de la cultura popular y del mundo rural sigue siendo una necesidad imperiosa, quizás hoy más que nunca. El mensaje que reflejó en “Un mundo que agoniza” sigue vigente.

Delibes niño en bici

Fundación Miguel Delibes, Valladolid