Casa del Abuelo-Madrid (7)Hoy te quiero hablar de la La Casa del Abuelo, una institución madrileña. En la actualidad tiene tres sedes, la primera que abrió, está en la Calle Victoria, número 12, justo al lado de donde se encuentra el Gabinete de Historia Natural, muy cerca de la Puerta del Sol. Las otras dos sucursales se encuentran una en Nuñez de Arce, número 5 y la otra de la que os contaremos más en Goya número 57.

Es la historia de La Casa del Abuelo. Fundada en el año 1906 por el toledano Tomás del Hierro, se hizo famosa por sus rosquillas y su vino dulce. En los años 20 comenzaron a ofrecer bocadillos de chorizo, anchoas y sobrasada, vendían hasta 1.500 diarios. Abrían de 9 a 3 de la mañana, conviene recordar que a primeros de siglo algunos de los cafés de Sol, no tenían puertas, por la sencilla razón de que nunca cerraban.

El negocio se llamaba La Alicantina, por el lugar de origen de su vino dulce. El vino se conocía como “El abuelo” y la gente quedaba para ir a “la casa del abuelo”. Aquí vemos otro ejemplo de la costumbre tan madrileña de renombrar las cosas. Finalmente en el año 1990 decidieron cambiar el nombre, y elegir el que ya usaba todo el mundo, La Casa del Abuelo.

Retrocedamos en el tiempo, llegó la guerra civil, y con ella el hambre y la escasez de pan, mala época para los bocadillos.  El dueño en aquel momento era Patricio Ruiz, cuentan que fue al mercado de Puerta de Toledo (recordemos que era el mercado de pescado de Madrid) y encontró una caja de gambas que nadie había adquirido por su precio, las compró y comenzó a ofrecerlas a sus clientes a precio popular: 1,60 pesetas un plato de gambas y vino dulce, fue un éxito absoluto.

Casa del Abuelo-Madrid (12)En la época era costumbre tirar las cáscaras de gamba al suelo, no se recogían ya que la cantidad de cáscaras acumuladas en el suelo era una señal clara de éxito. y en ninguna taberna había tantas cáscaras como aquí, incluso se cuenta que venían a robarles cáscaras de otras tabernas. Suerte que la costumbre desapareciera, aunque ha perdurado en muchas tabernas hasta hace pocos años.

El Abuelo se fue haciendo famoso, llegaron los intelectuales, los políticos y su fama traspaso fronteras. Al final se convirtió en uno de los lugares más reconocidos de Madrid para tomar un aperitivo.

El edificio de la calle Goya 57, tiene aires modernistas, como sus vecinos de los números 59 y 61. Goya, una calle señorial y comercial.

Desde luego si pasas cerca, merece la pena parar y tomarse algo en la Casa del Abuelo.

Un abrazo.