Llega diciembre y nos despedimos de nuestro repaso a la selección de obras maestras que cada mes hemos visitado en el Museo del Prado. Ningún mes ha sido fácil elegir, hay tanta oferta de calidad, pero este mes, el último, lo ha sido aún más. Esperamos que la elección sea de tu agrado. Una obra maestra y una historia que contar, la de su llegada a nuestro país.
Esta pintura fue realizada por Fra Angelico durante diez años, entre 1435 y 1445, en pleno Quattrocento, para Santo Domingo de Fiesole, cerca de Florencia. El verdadero nombre del artista es Guido di Pietro. Fue fraile del convento de Santo Domingo de Fiesole, momento en el que adoptó el nombre de Fra Giovanni de Fiesole, donde inició su actividad artística muy joven, en el campo de la miniatura. Su obra, muy personal, aglutina elementos de la tradición gótica de finales del siglo XIV con el primer renacimiento y sus innovaciones, la espiritualidad que emana de sus cuadros, le valió su apodo: Fra Angélico, un beato que entendía la pintura como devoción. De él decían que pintaba como los ángeles, aunque sólo fue llamado Fra Angelico tras su muerte.
La obra es un temple sobre tabla, de notables dimensiones 194 x 194 centímetros. A pesar de su nombre, representa dos escenas íntimamente ligadas, el ciclo de la pérdida con Adán y Eva expulsados del Paraíso y la salvación del hombre, la Anunciación de María, que da nombre a la obra. Los cinco paneles de la predela representan otros episodios de la vida de la Virgen.
Para llegar al Museo del Prado nuestra obra hizo un largo viaje. En 1611 el convento lo vendió para construir un campanario al duque Mario Farnese, quien la regaló al duque de Lerma, todopoderoso valido de Felipe III. Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, el gran corruptor, con una biografía que deja a la Gürtel en una chiquillada. Le cantaban una copla en el Madrid de la época «Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se viste de colorado», cuando el Duque de Lerma se refugió en el clero para evitar la horca y consiguió que el Papa le nombrara Cardenal. No sabemos en pago a que servicios, pero “La Anunciación” llegó a España. Primero a la iglesia de los dominicos en Valladolid, posteriormente paso al Convento de las Descalzas Reales de Madrid. Desde aquí ingresó en el Museo del Prado en el año 1861 gracias a las gestiones del pintor Federico de Madrazo, por entonces director del Museo.
Con esta acaban nuestras visitas al Museo del Prado, una año revisitando el Museo una vez al mes, una propuesta inagotable de arte, cultura e historia. No es un adiós, sólo un hasta la próxima.
Un abrazo.
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