Hoy en 365 días en Madrid nos alejamos mucho del centro de la ciudad. Nos vamos a Villa de Vallecas. Hoy es un distrito de Madrid, pero hasta el año 1950 que se incorporó a Madrid, era el pueblo de Vallecas. Nos acercamos hasta aquí para conocer la iglesia parroquial de San Pedro ad Víncula. La advocación hace referencia a San Pedro encadenado y a la milagrosa liberación de San Pedro apóstol de la prisión por un ángel, escena narrada en Hechos de los Apóstoles, capítulo 12.
Es una iglesia de grandes dimensiones y que yo recuerdo desde hace mucho tiempo. Aquí veníamos hace más de veinte años para ver si las cigüeñas que criaban en la iglesia sacaban adelante a su prole. A finales de los años 80 y primeros 90 las poblaciones de cigüeña blanca estaban en su peor momento y en Madrid ciudad, sólo aquí y en Villaverde Alto se mantenían dos parejas. Además los mechinales (el vano situado en el muro, cuando se levanta un edificio, sirve para introducir en él una viga de madera en horizontal para formar parte de un andamio. Terminada la construcción, los restos del andamio son retirados, por lo que quedan solo los agujeros) de la iglesia que puedes ver en las fotos son ocupados para criar por varias parejas de cernícalo primilla. Un pequeño y bellísimo halcón que se encuentra en peligro de extinción y que en Vallecas tiene una de las pocas colonias de cría que quedan en Madrid. Es una ave migratoria que pasa el invierno en África y vuelve cada primavera para criar a sus pollos. Además de patrimonio cultural, esta iglesia alberga patrimonio natural.
La fachada principal de la iglesia se sitúa sobre la plaza Juan de Malasaña, dedicada al héroe de la Guerra de la Independencia nacido en Vallecas, una lápida en la fachada nos recuerda que fue bautizado en esta iglesia el 10 de febrero de 1759. Padre de la más famosa Manuela Malasaña héroes populares que se levantaron en armas contra los franceses, y que habitaban muy cerca del Parque de Artillería de Monteleón donde también combatió el Teniente Ruiz.
Construida en el siglo XVI sobre un templo anterior, que debió ser mudéjar, por los restos que se conservan en el cuerpo inferior de la torre. La traza inicial es atribuida a Juan de Herrera. La torre, del año 1775, se atribuye a Ventura Rodríguez.
La base de ladrillo y mampostería fue recrecida con dos cuerpos más. Uno para las campanas y otro con forma de chapitel de pizarra rematado con una bola y la veleta que podéis ver en las fotos.
Una iglesia resultado de la mezcla de estilos y épocas: se pueden apreciar elementos del Mudéjar, gótico, renacimiento, barroco y neoclásicos.
Construido en mampostería con hiladas de ladrillo, el templo tiene dos entradas. La principal, la de la plaza de Juan Malasaña, a la que accede por una escalinata. La fachada está rematada por un frontón que ahora vemos siempre repleto de cigüeñas.
La otra entrada esta en la calle de Sierra Gorda, abierta en el siglo XVIII es neoclásica, de sillería. En ambas portadas, en la parte superior, vemos escudos con las armas de San Pedro.
En una restauración llevada a cabo en el año 2012 se encontraron restos de bóvedas y pinturas de la primera mitad del siglo XVII en la capilla de Nuestra Señora del Rosario. Un hallazgo al que se da gran importancia por tratarse de uno de los primeros ejemplos de camarín barroco de España, se dijo de él que es uno de los conjuntos decorativos más interesantes de la región madrileña. Pero su interior nos ofrece muchos más elementos de interés.
Ya sabes que aquí te espera una visita sorprendente, muy lejos del circuito turístico habitual de Madrid, en un barrio muy, muy madrileño.
Un abrazo.
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