humilladero de nuestra señora de la soledad-madrid (1)La calle Fuencarral es sin duda una de las calles más comerciales y dinámicas de Madrid, por eso mismo nos sorprende aún más encontrarnos con una pequeña capilla en su número 44, justo en la esquina de la calle Augusto Figueroa, casi en el final del tramo peatonal de la calle.

Se trata de la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, conocida también como el Humilladero de Nuestra señora de la Soledad o sencillamente como el Humilladero de Fuencarral. Teníamos pendiente incluirla en nuestro 365 días en Madrid pero estaba en proceso de restauración y hemos esperado a que desaparecieran los andamios para tomarle unas fotos.

En origen fue un humilladero situado en el extrarradio de Madrid. Los humilladeros se encontraban en las entradas de los pueblos o en los cruces de caminos, en ellos los viajeros se detenían, recuperaban fuerzas, y rezaban dando gracias por que el recorrido había sido bueno, o pedían que lo fuera si lo iniciaban en es momento. El término humilladero procede de humillar,  postrarse, arrodillarse o inclinar la cabeza en señal de sumisión y respeto. Un cometido similar al que ya vimos cuando hablamos del Peirón del cruce de las calles Serrano y María de Molina. Pequeños lugares de devoción con una cruz o una imagen, muchas veces un simple techado sujeto por columnas. Con el transcurrir del tiempo muchos de estos humilladeros desaparecieron y otros se transformaron en pequeñas capillas o ermitas. En Madrid se han conservado al menos dos ejemplos, una hornacina con una Virgen en la plaza de Ramales esquina a la calle de Vergara y el que nos ocupa hoy en la calle Fuencarral.
La capilla de Nuestra señora de la Soledad, ocupa el lugar conocido como Arco de Santa María que protegía desde antiguo, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. En el Plano de Texeira, aparecía la calle de Santa María del Arco en clara referencia al arco que protegía el lienzo de Nuestra Señora de la Soledad.

La devoción de los vecinos animó al Marqués de Navahermosa, Francisco de Feloaga y Ponce de León, dueño de la casa contigua, a construir la capilla en 1712, colocando en su interior el lienzo de la Virgen de la Soledad que estaba bajo el arco.
La construcción es muy sencilla en ladrillo visto y zócalo de sillares. Planta cuadrada con un arco de medio punto en el ingreso y otro marcado en el muro de la fachada contigua. En el portón de madera, una rejería de principios del siglo XVIII sobre una ventana permite ver el interior. No es mucho lo que se ve ahora, y parece que aún hay materiales de la reciente restauración en el interior, pero de frente podemos vislumbrar un modesto altar con retablo y el cuadro del XVII  que representa a Nuestra Señora de la Soledad. Desde mediados del siglo XX la cercana Parroquia de San Ildefonso se encarga del cuidado de la capilla.

Un lugar que puede pasar fácilmente desapercibido en nuestro deambular por la ciudad, pero que nos ofrece como antaño, un momento para pararnos a retomar fuerzas, en un pequeño ensanche de la calle Fuencarral, la Plaza del Olivo que recupera como espacio urbano el patio de un antiguo caserón ya demolido.  Ese humilladero, que se convirtió en capilla que un día fue arrabal de la ciudad y hoy en pleno centro de Madrid en una calle que bulle de vida, de gentes yendo y viniendo de un lado para otro junto a este pedazo de nuestra historia.

Un abrazo.