Ermita de San Isidro-Madrid (9)La ermita de San Isidro está situada en Carabanchel, dedicada al patrón de la ciudad, San Isidro Labrador. La encontramos en el paseo de la Ermita del Santo, justo al final del paseo del Quince de Mayo. La ermita se construyó en el año 1528, por orden de la emperatriz Isabel de Portugal, junto al manantial que la tradición popular nos cuenta que apareció por un milagro de San Isidro, y cuyas aguas también se consideran milagrosas. A ese manantial se atribuye la curación del hijo de la reina, el futuro rey Felipe II, que sufría de fiebres.

La ermita que vemos hoy,  fue reconstruida en el año 1725, por encargo del Marqués de Valero, Baltasar de Zúñiga, I duque de Arión, II marqués de Valero, en época de Felipe V. En la actualidad se celebra en sus cercanías la romería a San Isidro, en el 15 de mayo, una de las fiestas más castizas de la ciudad. Durante algunos años, la fiesta fue perdiendo interés, pero en los años ochenta del siglo XX  se recuperó la tradición con fuerza, merced a la labor conjunta del Padre Manuel González López-Corps, párroco de la ermita de San Isidro; el alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván; los concejales de Carabanchel Miguel Lara y Joaquín García Pontes; y los movimientos vecinales, muy potentes en aquella época.

Así, volvió a recuperarse la romería en la pradera de San Isidro, que ya pintara Goya, la tradición de la bendición del agua milagrosa de la fuente de San Isidro. La pradera se llena de productos tradicionales de Madrid y castizos que junto con los chulapos y chulapas, y goyescos y goyescas que por allí se pasean le confieren su particular sabor a Madrid.

Esta ermita es, una de las pocas que se conservan en la ciudad junto con la de San Antonio de la Florida, la de Virgen del Puerto o el Humilladero de Nuestra Señora de la Soledad.

Es una ermita sencilla, con nave única de tres tramos, cubierta por bóvedas de cañón sobre arcos fajones con lunetas laterales, coro y pórtico a los pies. El exterior de la ermita es simple y elegante, sobre el atrio, una fachada a modo de espadaña-campanario rematada con un frontón triangular.

El Ayuntamiento de Madrid en el año 1811, decide construir un cementerio junto a la ermita. Una propuesta hecha desde hacía tiempo por el arquitecto Rafael Felipe Mateo. Los brotes de cólera hacían urgente la ubicación de los cementerios en los extrarradios de las ciudades, como ocurrió también unas décadas después con el Cementerio de la Almudena.

En la Guerra Civil la ermita fue incendiada y los retablos de su interior resultaron muy dañados. No hay que olvidar que el frente estaba muy cerca y que la lucha por Madrid, fue larga.

Un abrazo.