El Tribunal Constitucional ocupa un llamativo edificio con forma de tarta entre las calles de Isaac Peral y de Doménico Scarlatti, que no hay que confundir con el de la “corona de espinas” de la cercana Ciudad Universitaria, ambos, con un diseño bastante futurista para su época.
Se proyectó entre 1973 y 1974 por los arquitectos Antonio Bonet Castellana y Francisco González Valdés. Su construcción se realizó entre 1975 y 1980. En origen iba a ser la sede central de la Previsión Sanitaria Nacional, un seguro médico destinado a los miembros de varios Colegios Profesionales, en principio del sector sanitario.
Sin embargo, la llegada de la Constitución de 1978, la democracia y las nuevas instituciones asociadas a la misma, necesitaban nuevas sedes. Al final el Tribunal Constitucional se comió la tarta, aunque antes había ocupado otras sedes.
Se instaló aquí el 16 de septiembre de 1981.
El edificio se compone de cuatro cuerpos de planta circular interconectados, el principal y más llamativo de 7 plantas. Destaca el muro cortina, construido con chapa de aluminio anodizado y ventanas de perfiles extrusionados de aluminio, también anodizados en color bronce. La luminosidad siempre fue una búsqueda constante en Bonet Castellana.
Como anécdota, podemos contar que entre 1997 y 1999 se construyó en esa zona la prolongación de la línea 7 del Metro. Inicialmente iba a pasar bajo el Constitucional. El miedo al terrorismo, y a que los túneles pudieran suponer una vía de acceso para atentar contra el complejo judicial, llevó a elegir otro trazado, que también fue complicado para que los trenes no interfirieran con el instrumental médico del cercano Hospital Clínico. Ese miedo estaba fundado,en 1990, los GRAPO ya atentaron en el edificio. Vemos que muchos años después el peligro del terrorismo sigue estando presente.
Una torre circular que sigue siendo un edificio moderno más de 40 años después de su diseño.
Un abrazo.
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