El origen del nombre del Rastro suele provocar sorpresa la primera vez que te lo cuentan. Se refiere al hecho de que los animales, especialmente el ganado vacuno dejaban un rastro de sangre después de ser degolladas y vendidas al por mayor, en los sucesivos mataderos que se ubicaron en la zona.
Es ese rastro de sangre el que da nombre a nuestro famosísimo mercado callejero. La relación era tan estrecha entre la palabra rastro y el origen del mismo, que incluso en castellano rastro era sinónimo de matadero, acepción que hoy está en desuso.
Este nombre comienza a emplearse a finales del siglo XV y principios del XVI, en el barrio. Es a finales del siglo XV cuando empezaron a instalarse en esta zona los mataderos y las tenerías con los curtidores de pieles, que obtenían de los mataderos y que han dejado su impronta en el nombre de Ribera de Curtidores, hoy la arteria principal del Rastro. Para entonces, ya existía en la zona gran actividad comercial de los que se conocían como “ropavejeros”, vendedores de ropa vieja y usada. Instalados en el área desde el siglo XIV especialmente en la Calle de los Estudios y alrededor de una manzana triangular de casas al pie de esta calle. Esta manzana estaba situada en la parte alta de la actual Plaza de Cascorro, centro neurálgico del Rastro actual.
Esas tres actividades mataderos, tenerías y ropavejeros fueron el germen de la actividad comercial que fue consolidando el Rastro como un foco de negocio en Madrid.
Hay que esperar hasta el siglo XIX a que comienza a popularizarse la instalación de puestos en domingo y poco a poco la tendencia fue favorecer ese mercado en detrimento del diario. En “El antiguo Madrid”, obra editada en 1861, Mesonero Romanos describe el Rastro como un mercado diario. Pero estaba ya en el momento del cambio, Fernández de los Ríos en su Guía de Madrid de 1876 nos relata: “Celébrase los domingos por la mañana en la Rivera de Curtidores, y todavía se suelen encontrar, entre infinidad de cosas, cuya utilidad y valor no se comprenden, otras antiguas de mérito, que con ellas van revueltas á aquel heterogéneo depósito de desperdicios.” Así quedo como un mercado de domingos y festivos.
El Rastro, sin duda un símbolo de Madrid. Los que hemos vivido en esta ciudad o en las ciudades y pueblos muy cercanos hemos crecido visitado el Rastro, yo aún conservo multitud de libros y una preciosa maquina de escribir comprada en este mercado callejero tan especial.
En los años ochenta del siglo XX el Ayuntamiento comenzó a “ordenar” el Rastro, un mercado tan atípico como este, se resintió. Varias veces a lo largo de su historia ha resistido a diversas propuestas de traslados. Se establecieron cupos máximos de puestos que suman más de 3.000 y se eliminaron zonas como la de venta de maquinaria, vehículos y bicis de segunda mano de la calle Gasómetro y aledaños.
En la actualidad, El Rastro es un espacio común donde extranjeros, españoles de otras regiones y madrileños pasamos las mañanas del domingo, para comprarnos ropa, un libro o un disco de segunda mano, un souvenir o simplemente tomarnos unas cañas o un vermú, comernos unas sardinas en el bar Santurce o unas croquetas en alguno de los populares locales cercanos. Os dejamos un estupendo artículo de El País con una miniguía del Rastro.
Un abrazo.
Deja tu comentario