Mercado de San Miguel (2)El Mercado de San Miguel se encuentra situado muy cerca de la Plaza Mayor. Su nombre viene de la antigua iglesia parroquial de San Miguel de los Octoes (aquí  fue bautizado Lope de Vega). José Bonaparte  la mando derribar en su reforma urbanística de Madrid. La demolición tuvo lugar el 28 de noviembre de 1809 y en su lugar quedo una plaza en la que se celebraba un mercado de productos perecederos, especialmente pescados y se proyectó construir un mercado que heredaría el nombre de la antigua parroquia.

En 1835 Joaquín Henri realiza un proyecto, para cubrirlo, del que sólo se ejecutan unas portadas, eliminando el mal efecto que a la plaza le producían los cajones dispersos de los comerciantes.

En 1911 se encarga el proyecto definitivo a Alfonso Dubé. El 13 de mayo de 1916 se inaugura el Mercado de San Miguel. Se construyo en dos fases la primera finalizada en 1914 para evitar interrumpir el funcionamiento normal del mercado.

Destaca en su estructura los soportes de hierro fundido de la estructura la distribución de las cubiertas y el sistema de desagües. El acristalamiento exterior es muy posterior. El mercado de San Miguel es el único mercado de la denominada arquitectura del hierro que ha llegado hasta nuestros días, una vez desaparecidos los espectaculares ejemplos de La Cebada, La Paz y Los Mostenses.

En 1999 la Comunidad de Madrid realizo una reforma del mercado con el fin de reactivarlo, pero su actividad comercial decayó, no pudiendo competir con los modernos supermercados y centros comerciales.

El 13 de mayo de 2009 reabre sus puertas con el objetivo de recuperar y mejorar la actividad tradicional creando un nuevo mercado, con un concepto diferente, más moderno. En la actualidad es más una zona de tapeo entre bares y tascas, en las cuales podemos disfrutar de diferentes aperitivos, vinos (excelente oferta), cervezas o refrescos. Eso sí, hay que ir sobre aviso, es un lugar tremendamente popular, siempre lleno y con muchos turistas por lo que los precios son bastante altos. Pero vale la pena pasear un poco por su interior y disfrutar de su belleza. Además, creo que todos lo incluimos en nuestras visitas cuando llega alguien que no conoce Madrid.

Un abrazo.