Nos acercamos a la Plaza del Conde de Miranda, en el Madrid de los Austrias, al Convento de las Carboneras del Corpus. Construido en el siglo XVII, las obras las llevó a cabo Miguel de Soria entre 1615-1625, con el estilo sobrio y contrarreformista de la época de Felipe III. Sin duda, un excelente ejemplo del barroco madrileño.
La fundación del convento se debe a una descendiente de Beatriz Galindo “La Latina” (escritora y humanista, preceptora de Isabel la Católica): Doña Beatriz Ramírez de Mendoza, condesa de Castellar, el 28 de septiembre de 1607.
El convento está habitado por monjas jerónimas de clausura. La iglesia carece de fachada principal y lo que presenta a cambio es una pequeña entrada lateral con un relieve del siglo XVII, de san Jerónimo y santa Paula adorando la Eucaristía, flanqueado por el escudo de los fundadores. El interior se conserva intacto; una construcción del siglo XVII, con planta única, sin capillas, dividida en tramos por pilastras toscanas. Alberga un cuadro de la Virgen Inmaculada que al parecer fue encontrado en una carbonera, del que deriva el nombre de las Carboneras.
La iglesia suele estar siempre abierta y las monjas venden dulces, no siempre, disponibles. Vale la pena llamar al portero para comprar unas pastas. El trayecto para llegar al torno, nos hace atravesar un zaguán, dos acogedores pequeños patios, con sus ventanas, rejas, una campana y una pila. Una experiencia que nos transporta en el tiempo y que no todo el mundo conoce a pesar de tenerla tan al alcance de la mano.
Un abrazo.
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