En junio de 1902 en una sesión realizada en el Salón de La Equitativa se decide un quinto traslado de la sociedad a un edificio propio, el club social Casino de Madrid. Se impulsa el proyecto mediante la compra de locales al Veloz-Club en la calle Alcalá, números 13 y 15. Se organizó un concurso internacional para la presentación de proyectos arquitectónicos en 1903.
Es la época del ecleticismo tardío con retazos medievales y mezclas de estilo arquitectónico francés (neobarroco francés). La Exposición Universal de París de 1900 crea las tendencias. El jurado que se encarga de las propuestas es un conjunto de expertos procedentes de la vecina Academia de Bellas Artes de San Fernando y entre los que se cuentan: José Echegaray, Agustín Querol y Antonio Cánovas y Vallejo.
De los veintisiete proyectos presentados al concurso, el del arquitecto francés Guillaume Tronchet es el que más gusta al jurado. Sin embargo es rechazado debido a las criticas de algunos socios por la imagen de España que había representado Tronchet en los pabellones de la Exposición de París (titulado la Belle Meuniére).
Se declara desierto el concurso y el jurado decide comprar los proyectos de Antonio Palacios, Urioste (introductor del estilo neoplateresco), Manuel Martínez, la familia parisina de arquitectos Le Farge, Tomás Gómez-Acebo y del mismo Tronchet. Con esa adquisición, Le Farge (L. Farge y P. Farge, padre e hijo) se encargan de fusionar los proyectos, eligiendo lo mejor de cada uno de los estilos.
El proyecto final es firmado por el arquitecto Luis Esteve , y presentado oficialmente en el año 1905. La fusión de proyectos recoge fundamentalmente las contribuciones de Farge y de Acebo. El edificio finalmente es un claro ejemplo de estilo típico del eclecticismo madrileño de principios del siglo XX.
La construcción del Casino contó con la dirección del arquitecto y socio casinista José López Sallaberry. Se concluyeron las obras del edificio 29 de septiembre de 1910.
En 1940 el edificio es completamente restaurado de las heridas de la guerra y el período republicano, se incorpora en uno de los pasillos una lápida conmemorativa de los 150 socios muertos durante la contienda.
Hoy sigue con sus actividades para socios y algunas abiertas al público en general, además de un restaurante que ofrece estupendas comidas y cenas, asociadas a los nombres de dos grandes cocineros, Ferrán Adriá y Paco Roncero. Su terraza de verano, es un lugar espectacular.
Un abrazo.
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