Hoy nos vamos a fijar en una casa, característica del siglo XVII, en la que vivió desde 1663 y hasta su muerte en 1681 Pedro Calderón de la Barca. Era el capellán de un convento de monjas situado muy cerca de esta calle. La Casa está situada en el número 61 de la calle Mayor.
Llama la atención su fachada, muy estrecha y con un único balcón. Fruto de la especulación existente, ya que, desde que Felipe II, en 1561, instaló la Corte en Madrid, una gran cantidad de personas, de todos los grupos sociales, pretenden vivir en la ciudad, con el fin de buscarse el sustento.
La vivienda era conocida como “la casa estrecha”, debido a sus menguadas dimensiones, con una fachada de 4 metros y 36 centímetros de ancho, que solamente daban para albergar una única ventana en las plantas superiores.
La escasez de suelo, y la mencionada especulación llevo a que proliferaran este tipo de casas, poca fachada, estrechas y profundas con muy poca luz.
A Madrid llegaban multitud de extranjeros y gentes de todo tipo y de todas las regiones de España. Lazarillos e hidalgos, artesanos, buscavidas y aventureros, mendigos y rateros buscando en Madrid a la diosa fortuna.
Como decía el propio Calderón: “Es Madrid patria de todos, pues en su mundo pequeño son hijos de igual cariño naturales y extranjeros”
Que esta casa se haya conservado, se lo debemos a Ramón de Mesonero Romanos. Se plantó en la casa del autor de «La vida es sueño» para evitar que una brigada de demolición derribara las paredes del edificio. Es más, no solo les obligó a marcharse, se apostó y permaneció de guardia la noche entera.
A día siguiente, envió una petición al Ayuntamiento y consiguió que se atendiera su demanda y poder conservar un edificio histórico, lo que no pudo lograr con la Casa de Cervantes. Así, una placa conmemorativa nos recuerda que «aquí vivió y murió Don Pedro Calderón de la Barca».
Un abrazo.
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