Mateo Murga fue un personaje increíble, en la primera mitad del siglo XIX hizo una inmensa fortuna gracias a sus negocios con Cuba, según cuenta Alba Carballeira, historiadora de arte y guía de la Casa de América,
Este personaje tenía una red industrial muy amplia, metalurgia, ferrocarriles, textil, minería. Tuvo cuatro hijos, Joaquín, José, Carmen y Eduardo. Cuando Mateo murió en 1857 sólo seguía con vida José. El rico heredero,
José Murga mantuvo y administro los negocios de su padre, pero se granjeo muchas enemistades con la nobleza y la buena sociedad. Eligió para casarse a Raimunda Osorio Ortega, hija de padre desconocido. Algo que no sentó bien en la buena sociedad vasca de donde era originaria la madre de Raimunda, Benita Ortega Arregui. La pareja residió varios años en París, volvieron a Madrid y compraron una casa en Cuatro Caminos.
En 1870, Murga, mantuvo muy buena relación con Amadeo I, al que los nobles dieron la espalda. El rey agradecido, en 1873, poco antes de su abdicación, obsequio a Murga con el marquesado de Linares y el vizcondado de Llanteno, lo que desato la animadversión de la nobleza madrileña.
El padre de Murga, entre otros negocios, había comprado un solar de 3.000 metros cuadrados en la plaza de Cibeles, donde estuvo ubicado el Pósito Real de la Villa, el lugar donde Madrid guardo el trigo, durante doscientos años. En 1872, José Murga, decidió levantar allí su casa, encargó un palacete al arquitecto francés Adolf Ombrecht cuyas obras fueron dirigidas por el español Carlos Colubí. Estuvo en obras hasta 1890. Se convirtió en uno de los palacios más lujosos de la capital. Los periódicos lo bautizaron como la bombonera. La biblioteca, con su chimenea de nogal, mantiene los retratos de Quevedo, Garcilaso, el padre Mariana o Cervantes.
Murga mandó incorporar las novedades como la electricidad, aunque solo para los timbres, o teléfono para la comunicación entre las habitaciones. Es impresionante la escalera monumental en mármol de Carrara. La joya, sin embargo, es el salón de baile.
La ubicación del palacio, el presupuesto astronómico de la obra para la época, sin contar la decoración, el importe fue de dos millones de pesetas, la rica decoración de sus salas, las cenas y bailes que se hacían para un selecto grupo de invitados con menús de lujo, levantaron muchas envidias.
Todo acabaría con tintes de drama, Raimunda Osorio murió en 1901 y José Murga, al año siguiente. En su testamento, nombraba heredera a su ahijada Raimunda Avecilla, la hizo riquísima. Esto alimentó la leyenda que empezó a correr por Madrid. Que sí José y Raimunda eran hermanastros y se habían casado sin saberlo, otros que si lo sabían pero que el papa les había otorgado una bula por la que podían convivir. Que si habían emparedado a una hija suya en el palacio y sus gritos y gemidos podían aún escucharse.
No paso de ahí, más terrorífica fue la negociación por el futuro del inmueble. Por suerte, finalmente se instaló en él la Casa de América, un consorcio público que tiene como objetivo estrechar los lazos entre España y el continente americano, especialmente con Latinoamérica.
Además es posible visitarlo y en él se celebran multitud de exposiciones, conferencias y actos de todo tipo. Aprovecha para visitar su rico interior. mucho más impresionante de lo que parece visto el Palacio desde fuera.
Incorporamos como imagen una pintura de la exposición “Madrid saludable en bici” de María José Ayala donde se puede ver como fondo el Palacio de Linares, gracias María José, nos encanta tu Madrid en bici.
Un abrazo.
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